
08 diciembre 2025.- Rubén Astete alcanzó el podio de los mejores futbolistas que se han visto en Mollendo. Jugaba de centrodelantero, ese puesto reservado para los goleadores, para los que hacen delirar a los aficionados con sus anotaciones.
SOBRE RUBÉN ASTETE

Efraín Astete Choque
08 diciembre 2025.- Rubén Astete alcanzó el podio de los mejores futbolistas que se han visto en Mollendo. Jugaba de centrodelantero, ese puesto reservado para los goleadores, para los que hacen delirar a los aficionados con sus anotaciones.
Tenía la estampa de Gerd Muller, la de un atleta, la cual le permitía soportar la reciedumbre de los zagueros. Gozaba de un temperamento combativo, indomable. No desmayaba en el afán de anotar los goles que dieran la victoria a su equipo. Por su físico y fortaleza mental lo conocían como “Chaquena”, “Chaquena” Astete.
En un encuentro de fútbol se entregaba en cuerpo y alma, sudaba la camiseta al cien por ciento. Poseía disciplina para los entrenamientos, corría, se ejercitaba, mantenía en forma su estado atlético.
Rubén, con tales aptitudes y preparación, cuando saltaba al gramado del estadio Municipal brindaba actuaciones rotundas, convertía goles emocionantes. Daba gusto verlo, ofrecía espectáculo y felicidad a los hinchas.
En Rubén se reunían las facultades futbolísticas de Perico León, Hugo Sotil, Enrique Casaretto, Percy Rojas, aquellos centro delanteros peruanos de tantos bellos recuerdos. Sí, Rubén, mostraba facetas de ellos.
En una fecha un recio zaguero porteño le rompió una pierna al verse superado. Nunca le reclamó nada a este, consideraba parte del fútbol el hecho. Se vio obligado a descansar varios meses, hasta recuperarse. Fue uno de los momentos más difíciles de su carrera.
Rubén vistió las camisetas de los clubes Francisco Bolognesi (Barrio Atocongo), Boca Juniors, Pesca Perú e Independiente San Francisco de El Arenal. En los clubes Bolognesi y Boca Juniors fue ídolo, máximo goleador, figura estelar. En Pesca Perú integró aquella legión de oro que participó en la finalísima de la Copa Perú en 1976, en la más grande gesta del balompié mollendino en su afán de llegar al fútbol profesional. En Independiente San Francisco alegró al público del valle de Tambo.
Rubén desde niño fue activo, insaciable en la práctica del fútbol y otros deportes. En su adolescencia y primeros años de juventud se aficionó al tenis de mesa. En su casa, en el barrio San Martín, sus padres habilitaron una mesa de ping pong para la distracción de él y sus amigos.
Rubén se casó con Rosa Rivera, el amor de su vida, formó con ella un hogar feliz. Partió Rubén, en el ocaso de este verano, a otras dimensiones, a lugares donde seguirán aplaudiendo sus goles, la excelencia de su fútbol y personalidad.